jueves, 7 de mayo de 2009

La Constitución de Cádiz como antecedente de la Independencia de México

Miguel Angel Gutiérrez
magjurdico@gmail.com
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Los antecedentes de la guerra mexicana de independencia pueden dividirse en externos e internos.

Los antecedentes externos fueron el pensamiento liberal francés de los enciclopedistas (principalmente Voltaire, Rousseau y Montesquieu), la independencia de los Estados Unidos, la revolución francesa, el desarrollo y la expansión industrial de las grandes potencias europeas (que acabaron con los monopolios españoles) y, directamente, la invasión de España por Napoleón Bonaparte, conjugada con los movimientos liberales como la Constitución de Cádiz y las conspiraciones criollas.

Las causas internas fueron la concentración de la riqueza y el poder por los españoles peninsulares, que tuvo como consecuencia la marginación de los criollos en el ejercicio del poder político o económico, la explotación de los recursos naturales y el monopolio comercial. Otra de las causas fue la situación de miseria de los nativos mexicanos, mal llamados «indios».

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La partida de Fernando VII y la invasión francesa provocaron un vacío de poder en 1808. Frente al derrumbamiento de la administración gubernamental, la resistencia se estructura a través de juntas provinciales y locales que llegan a constituir un verdadero poder paralelo, con lo que la legitimidad monárquica da paso a la popular. Frente a esta pluralidad de centros de poder se crea la Junta Central que procederá a la convocatoria de Cortes (no estamentales) que a la larga se volverán constituyentes.

El 24 de septiembre de 1810 se aprueba un decreto en el que aparecen los principios del futuro texto constitucional: la soberanía nacional y la división de poderes. Se promulgó en 1812.

El texto constitucional estaba formado en base a una amalgama de intereses: liberales, absolutistas, reaccionarios, reformistas, conservadores o liberales.

Sus principios son la soberanía nacional, la división de poderes, el sufragio universal indirecto, la monarquía hereditaria pero contitucional, la igualdad de los ciudadanos ante la ley, el reconocimiento de los derechos individuales. Limita el poder absoluto del rey, prohíbe los privilegios y jurisdicciones de señorío, e inicia la desamortización de los bienes del clero, aunque el catolicismo queda como única religión permitida. Curiosamente, las ideas de esta constitución son las mismas del invasor napoleónico, contra quien lucha casi toda España. Sin embargo, por estar ocupado en guerras más importantes, Napoleón no pudo afianzarse en España y le quitó el trono que había otorgado a su hermano «Pepe Botella», para devolvérselo a Fernando VII.

El rey re-puesto desconoce la Constitución, combate y persigue a los liberales e intenta reinstaurar los privilegios de la aristocracia y el clero. Las colonias españolas (México, Argentina, Perú, Chile, Venezuela, Centroamérica, Uruguay), aprovechando la situación, se rebelan y declaran independientes. Incapaz de recuperar las Américas, el rey se convierte en un déspota de lo peor. La iglesia pide el restablecimiento de la inquisición para quemar jacobinos.

En 1820 el general Riego se subleva y obliga al rey a volver a aceptar la Constitución de Cádiz, pero éste recibe ayuda militar de Francia, restablece de nuevo sus poderes y se afianza como déspota, hasta su muerte en 1833.

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